La cortina blanca se abre,
ojos tímidos e infantiles
observan con curiosidad,
un rayo de luz alumbra
su bonito rostro de niño.
Amanece con lentitud,
el Sol se abre paso
entre los terrados
de los grises edificios,
y los pinta a su gusto.
Gotas frescas de mañana
barnizan las calles
desiertas de la gran ciudad,
silenciosa y callada,
camino desolado.
Pasan los minutos, las horas,
es muy pronto, y poco a poco
la vida va rompiendo
la calma en las calles,
pintándolas de ruido y luz.
Se oyen panaderías
que abren sus persianas,
quioscos madrugadores,
cafeterías, bares,
el ruido ya es el protagonista.
Niños, como el de la ventana,
se levantan de la cama,
para luchar un nuevo día
en la escuela de la vida,
y formarse para el futuro.
Futuro desconocido
de cada hombre y mujer,
niño interior olvidado
para muchos adultos
vivo para otros.