SOLDADO ANDRINO
Te fuiste camarada, impotente,
clamándole a Dios por su clemencia,
mientras que otros lidiaban en el frente
cebárase de tu agonía la trinchera.
Triste muerte, triste guerra
que ondea amargamente tu bandera.
Triste pecho cincelado
de metralla de escopeta,
que te arrastró en un suspiro
hacia las acibaradas piedras.
Afligido parapeto que sortea
tu roja sangre extremeña
que aún en tus venas gorjea,
querido camarada Andrino,
nacido en la Serena.
Los pinos del camposanto
ya no reclaman tu ausencia,
al ver tu cuerpo enterrado
al lado de la frontera.
Mientras tu mujer aguarda
que vuelvas en una tregua,
tu madre llora en silencio
por tan irremediable pérdida,
que alguien ya fue a contarle
del lugar en qué yacieras.
Antonia Avellano Pérez