Raúl Voltavayeros

EFRAÍN BURDEL

EFRAÍN BURDEL

 

 

Quienquiera que los haya inventado

¡quienquiera!

tenga mi eterno agradecimiento y brindemos:

¡Salud y gracias!

porque no hay

como esta pasajera niña que me trae su mano,

ni como esta otra, que me enrostra el irme

con otra más joven y más bella.

Por tanta prodigalidad de besos

yo no quisiera aferrarme a nada

para entrar en todas las camas

y probar en ellas todos los abrazos.

 

Los burdeles donde estuve

están llenos de buenos incidentes:

a Mariela le han dado una paliza,

Luisa tiene un pretendiente,

Francia contrajo peste y Clara,

la de los tristes pezones,

me ha pedido estos versos

a cambio de cosas mejores.

 

*

He naufragado en los burdeles

con una pena fundamental y fría;

las putas y su alegría se montan a mis ojos

y me voy ciego

a mi tarea de escriba:

“Rosa, a ti este poema sin tránsito ni piernas”

“Clara, tuyos son estos versos”

“Jenna, por tus lágrimas y tu ciencia”

 

*

Más tarde,

no podría el amor matarme con sus canciones

porque el beso de una puta fue mi inspiración primera,

el bautismo de mi carne,

mi lección de cabecera.

Y tras ese nombramiento de mi sexo

crecí sin especias ni mieles,

solo y victorioso de ser hombre,

solo y preparado para lo que viniese.

 

No me verán, por consecuencia,

buscar como Edipo a una madre,

ni salvar princesas de enemigos crueles:

yo busco el amor de las putas,

más sincero y celeste

que el de los mismos ángeles

y el de las mismas pléyades.

 

Yo bebo en la corriente de los besos ya dados

para mezclarme en ellos como el agua en una fuente,

y así pasar por la vida

fugaz, entero, salvado,

intacto de llantos y de muertes.