Yo concibo tu gloria esperando sublime
la llegada triunfal por las calles de barro.
En tu boca se cala perfume a cigarro
que en mi pecho lo guardo del viento que gime.
Es el cielo estrellado un reflejo y deprime
el oscuro sendero y con yuyos me embarro.
Otoñal tardecita que sabe a cacarro
de los robles. Espanto tan blanco que oprime.
Higuerillas salvajes no quitan tu sombra
por tus pasos cansinos... Trepaba con besos.
Arreglaba tu silla con mantas y alfombra.
Con las pausas dolidas contabas sucesos
y la espera me fuerza a escribir si te nombra.
Ni el olvido ni el tiempo detiene el regreso.-