José Luis Barrientos León

Existencial

 

El alma adormecida, apreciando las flores

distraída bajo la llovizna, que cae sobre la espalda

como si brotara una lágrima

como si lloraran los versos, enjaulados en el pecho

como si un pájaro dibujara trinos de extravió, inaudibles

sobre la monotonía del jardín decolorado

cubierto de musgos y hierbas grises

 

El alma que espera, constelaciones de sueños

para romper las rimas que teje la ausencia

en sus trazos sobre el lienzo amarillo

de las memorias plomizas,

oscuras, que esperan olvido

cuando dijiste, no lloro, aunque hubiese partido

 

La esencia que nos devora, con la paciencia del orgullo

que nos calla la boca, porque no entiende de dolor

solo de lápidas terrosas, que borran las figuras de las manos

de los labios, del pecho de nodriza que nos consuela

que silencia la voz, porque no entiende de amor

 

Voy a encender la lámpara que me devuelva el alma buena

la fantasía de los jazmines, impregnando tu pelo

el verso que he sentido y que dice te quiero

los ojos que he mirado y que saben lo que entrego

la boca que he besado y me inunda de deseo

el alma que he anhelado y a la que siempre espero.