Te cantaré con dulces cantos mis tristezas y mi adiós.
Ya sabrás de las sombras que me acosan y de mi huida;
sabrás que mi alma seguirá fiel a la errante voz de Dios.
Y, algún día te llamaré y vendrás, sin saber de mi caída.
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Nunca podré apartar de mí ser la senda de la rojas rosas
y, un camino de flores, para adornar tus pasos, sembraré.
En ese jardín con flores, las vivas aves, se verán hermosas
lo más lindo de la noche será que, entre flores, yo te veré.
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Y la luna, mi fiel compañera, mis pasos hasta ti alumbrará.
El cielo se ha hecho más blanco y quiere revelar su candor.
Se escuchan las liras y seguro la luna con su brillo cantará.
Ya no estaré sola, como estaba, ella me seguirá con amor.
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El misterio sacude mi alma y no sé cómo abrir mi cofre real.
El silencio no se resiste a los coros de los lindos querubines
y en el cielo este regocijo, lo invade todo con un canto celestial.
Y un coro de bellos niños, tocan con entusiasmo sus violines.
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Reviven en mí fantasías los años núbiles y brotan risotadas.
Me anima mi sagaz desnudez y todo mi sentir se muestra.
No hay mentiras y las verdades acá se quedan plasmadas.
Llega el amor y con él, se van las conspiraciones siniestras.
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¡En baile sutil, la noche sigue al día y el día sigue a la noche
y si bailas, procura que al cerrar el día, de oro sea tú broche!