Yo moriré,
pero habré de llevarme este instante siempre.
Este silencio recluido en los tejados,
estos pájaros que cantan por placer,
estos murmullos que disuelven las calles
y ceden su voluntad al borne
ante la gravedad del universo.
Y mientras tanto,
con la levedad del que solo transita,
me quedo quieta,
aspirando el breve perfume de la impermanencia,
como el que aprende a perderse en la belleza,
envidiando el secreto de la montañas.
Así presumen ante mí todas las cosas.
Viéndome marchar, suavemente.
©BelinaFernandez-2022