Ben-.

Verticalidad del viaje-.

Uno va adaptándose a

pequeñas torturas cotidianas.

Igual que el cuerpo, en su vertical,

despoja de sentido, la horizontalidad

debida, de vida, se llena el alma

al agotar las reservas momentáneas

del día. Es a deshora que ocurren

las mayores galaxias íntimas, donde

fenecen los depósitos de sal de las salinas

obligatorias, y es el cuerpo el que,

finalmente, apoya su verticalidad

sobre la cama. Despertarse es tener

un ojo en blanco y negro, una cadera

excesivamente larga para la ilusión óptica.

Como tener dudas, es necesario para tener

fe- continuar hacia delante, no es sino

enfangarse en el propio destino-.

 

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