maximo nicola

Dicen

 

 

Dicen que desde hace años un viejo ciego va a ese bar cada noche 

buscando a una mujer por el perfume de aquel último encuentro,

cuando sonaba ese tango de un adiós preanunciado

cantado por un cantor desahuciado esa madrugada.

 

Dicen que es imposible que las fragancias perduren flotando en el aire

y que permanezcan inalterables tantos años,

para eso el viejo creó una cárcel imaginaria con el humo de cigarros

donde ellas vagan libremente entre las mesas y el estaño.

 

Dicen que cada anochecer el viejo se sienta en el mismo rincón,

golpea con la palma de su mano sobre la mesa, exige el vino brumoso y barato

que le dejó una ceguera permanente, esperando copa tras copa

 a esa mujer para rogarle dulcemente que regrese.

 

Dicen que cada madrugada repite a la misma hora el mismo rito.

Eleva la nariz, olfatea el aire y busca como un sabueso pretéritas presencias,

esperando encontrar el aroma de esa piel que hace una eternidad

lo dejo abandonado por otro amor cuando menos lo esperaba.

 

Dicen que todas las noches su mirada de neblina se clava en la única puerta,

la que jamás se abrirá para dar paso a una antigua ausencia

hasta quedarse finalmente y como siempre dormido de envinado.

 

Dicen que desde aquella despedida poco o nada ha cambiado,

murmura siempre las mismas frases de borracho hasta que amanece,

retornando cada noche al boliche con sus ojos grises de penumbras

para seguir esperando a la que amó...a la que nunca ha regresado.