La edad, obra de Dios!
Si miras atrás,
si das un paseo
por el ayer,
entre oasis y desiertos,
ciudades y pueblos,
sentirás el valor
de celebrar la edad
que Dios te regaló.
Tiempo y dimensión,
trayectoria y transición,
recorrido terrenal.
Lapso que entraña
evaluar el devenir,
despedir el pasado,
avizorar el porvenir,
y echar el resto
en el presente,
el reto de siempre.
La vida es ahora
y hay que asumirla,
sufrirla y disfrutarla
Es un paisaje
de matices
alegres y tristes,
que anda y desanda,
más su porte,
es legado y horizonte.
Existir allá o aqui,
en la distancia,
o en la presencia,
es un sentir,
donde el querer
y el abrazo
son el amanecer
o tal vez, el anochecer.
Y si osas dar
un paseo por el futuro,
vivirás el valor
de estar acá y solo así, pensar en la hora
que vendrá,
ese mañana latente,
que en segundos,
existirá.
La edad es el trecho vivido,
su justa medida,
el kilometraje,
la duración
que Dios ha dispuesto,
la magia del advenimiento
y el misterio del adiós.
El tiempo es uno solo,
porque se adhiere
a lo que eres,
en las sendas
y en los cielos,
que como aves
es sublime vuelo
para atrapar
lo que te atreves.
La edad es el estuche
de tu ser,
donde se guardan
los años,
todo lo que viviste ayer,
tus logros y peldaños.
Es el camino
tempo corporal,
que tiene fecha natal,
pasos, huellas
y estampas,
antes de caducar.
La edad es una bendición,
un día, un año o más,
hazlo bien,
pues, solo tu obra,
te dará luz y eternidad.