Llegaste a la cama de blanco vestida,
y me viste nerviosa como inocente:
temblaban tus manos y en dicha abolida
te fuiste acercando coqueta y ardiente.
De pronto entendimos el arte del sexo,
miramos al techo conciente al delito,
te dije mis ganas, fue todo bonito
por eso describo tu templo convexo.
Cuerpo sobre cuerpo fue la gritería,
la noche preparó mi fatal enredo:
me diste tu tesoro, eso suponía,
tengo la dicha, contigo yo me quedo.
Quedamos desnudos siendo clandestinos
con todo lo tramado eres mi aventura
y ahora que hablo esta escena de locura
pude saber que escucharon los vecinos.
Samuel Dixon [27/04/2022]