En las tinieblas y la euforia de días trágicos,
en la cúspide de desdichas y desvelos,
en lo tenue y casi desquiciado eufemismo;
se impone la esencia taciturna de tu recuerdo.
Posesión soberbia; tu narcótica presencia,
se instala imponente, provocando mi demencia;
me rindo evocando el calor inmarsecible de tu piel
hasta el punto que, a mi arenga, le he sido infiel.
Desconozco los motivos de nuestra escisión;
me boicotea la realidad en la cual me sumerjo;
Amo la ventura que se plasma en mi corazón,
añoro tu pasión, misma que aun me deja perplejo.
Inhóspito y quimérico reino de fantasías,
vislumbran escenas de un lecho donde existías;
tu piel a la mía se funden en letras de poesía,
avivando al cuerpo para cumplir lo que ansia.
Pero nunca estabas, ni estarás en mi regazo;
tan solo seré yo, quien alardee de mi fracaso;
seré tan solo yo, quien aun juegue en el pasado;
solo yo, retaré al destino a ponerte justo a mi paso.