No ha de borrar el tiempo con su dedo grueso
las tiernas comisuras de tus labios.
Duermen ahí las hadas de mis besos ;
cada ternura convertida en lirio
amanecido en el jardín del tacto.
No variará jamás tu risa cantarina
en el bohemio corazón que cargo.
Te me entretejes dulcemente...apasionadamente...
somos llovizna y fuego delirando .
Qué manera tan tuya de volverte eterno,
tan aferrado a mí...tan adorado.
Qué manera tan mía de postrar el cuerpo,
el alma...el vendaval genuino
que nos envuelve fuerte en estos lazos.
Fernando de mi vida, Esposo mío;
tesoro reluciente de mis ojos claros!