No hay santuario más sacro
que el pecho de una mujer
donde el amor cobra vida
y el sentimiento, poder,
donde germina el cariño,
donde Dios dicta su ley
donde los niños reciben
leche, ternura y saber.
Donde la pasión florece,
donde late el corazón,
donde el tiempo se detiene
y hace su nido el amor;
la Meca de las caricias
la playa de brea y sal
donde los besos encienden
auroras sin despertar,
amaneceres y sueños
con la vida, con la paz,
donde me encuentro a mí mismo,
donde busco la verdad
y me olvido de la guerra
de la muerte y del dolor,
donde purgo mis pecados
me reconcilio con Dios
bebo el maná de tus labios
y nace en ti un nuevo “YO”