Puede ser que mi mástil
haya arriado sus velas
que haya plegado trapo,
estandarte y banderas
pero aún quedan remos,
manos, labios, caricias
para seguir el rumbo
pese a la calma chicha,
pese a los temporales,
a los golpes de viento,
a las olas feroces
que desgarran la quilla.
Puede ser que mi casco
ya no sea “el temido”
que el timón no obedezca
todo lo que le exijo
pero nada ni nadie
romperá mis cuadernas,
llenará mis bodegas
de temor y tinieblas.
Seguiré persiguiendo
la polar de tus ojos
pese a los maremotos,
al dolor, al cansancio,
hasta anclar en tu playa
descansar en tu delta
y flotar en la espuma
que perfuma tu arena.