Confortable sala de cine,
celuloide en blanco y negro,
traslado retrospectivo en el tiempo,
parejas de enamorados
esperan impacientes
el inicio de la película.
Platillos volantes,
criaturas de lugares misteriosos
dan vida a la pantalla,
futuros lejanos,
sueño con los ojos abiertos,
donde se puede conseguir
la felicidad sin prejuicios.
El cine, invento mágico
que ejerce su efecto
en las zonas más hondas
de nuestros corazones,
emociones libres
y al rojo vivo.
Ratos de felicidad
en esa intensa oscuridad,
arañada por la luz
de la linterna del acomodador
que deslumbra entre
las cómodas butacas.
Crujientes sonidos de palomitas,
aromas de alegría y despreocupación,
inmersión en atmósferas
de ciencia ficción,
viajes en naves espaciales,
astronautas flotan
tocando la felicidad.
Dos horas de desconexión
del mundo real,
en ese tiempo todo es
disfrutar de las imágenes,
proyector de la película
en una resucitada pantalla.