Juventud de mi provincia
hoy me urge hablar contigo,
sentémonos a la mesa,
hablemos cual dos amigos.
Al ver con el gran descuido
con que vagas por el mundo
siento un dolor profundo
que agobia mi corazón;
sin norte, brújula o rumbo
transitas sin un motivo.
Juventud que te emocionas
con caprichos de la moda,
para nada te incomoda
endosarle tus bolsillos;
celulares, ropa, anillos
sustituyen buenos libros,
por el Facebook y el Twitter
la lectura abandonas,
chateando pasas las horas,
del tiempo el valor ignoras.
Juventud que reverdeces
con los rayos del verano,
te despiertas con desgano,
estudiar ya no apeteces.
Te conformas con pasar
los exámenes gateando,
vives cascarrabeando
para un golpe nunca dar,
hacia la mediocridad
tus pasos vas enfilando.
Juventud que te asemejas
al gran ímpetu de un río,
trabajas con poco brío,
de casi todo te quejas.
Prefieres pasar el día
en las colas de pasolas,
calibrando las motoras,
poniendo en riesgo tu vida,
no ves que por tu osadía
a tu casa luto llevas.
Juventud que te deleitas
en discotecas y en fiestas,
transformas la noche en día
y el día en una siesta.
Záfate de esa treta,
sacúdete la modorra,
no cedas a la “cotorra”
de equivocar el camino
por los goces ilusorios
que te da el azar y el vino.
Juventud que te levantas
con las alas de un suspiro,
empápate del rocío
de la aurora que te canta.
Ármate con los aperos
que engalanan la enseñanza
que ilumina los senderos
a la luz de la esperanza
de los hombres que ofrecieron
la vida por nuestra Patria.
Juventud ya es la hora
de fortificar tus lomos,
no se obtiene la corona
sin definir quiénes somos.
Somos gente de valores,
de aptitudes, de labranza;
gente con la confianza
de ser cada vez mejores.
¡Juventud ciñe tus lomos,
de levantarte ya es hora!