Cuando yo tenía trece años, no tenía muchas esperanzas,
era verano, era agosto, pero mi herida no curaba,
estaba en el pie, en la planta,
y todos los días me levantaban a las siete de la mañana.
Iba con mi madre todos los días a qué me curarán,
una cura larga y tediosa de tres horas diarias por goteo, era un niño sin ninguna esperanza,
mi único momento bueno del día,
era bajar con mi madre a tomar un mosto con aceitunas.
Por eso ahora, siempre lo veo todo con eterna esperanza,
si hay salud, todo lo demás no importa,
a veces es bueno recordar, cuando estabas en justificada desesperanza,
cuando ahora la mayoría lo que tiene son problemas con esperanza.
El niño enfermo y desesperado , el que se desesperaba,
el que envidiaba poder pisar, está ahora ayudándome,
me recuerda que hay que valorar la mejoría y la tenencia,
ese niño me ayuda y relativiza mucho mis problemas y mi vida .
A ese niño ,mi madre y mi abuela le protegían,
pero no fue una infancia sencilla ni rala,
mi mejor momento del día, cuando tomaba mosto con aceitunas,
no hay que olvidar a veces la pobreza ni la justificada desesperanza.🤔