Cómo estás cuando te falto,
cuando el asfalto devora
todas tus ganas y te vas
desdibujando en un azar de formas
dispares vagando tu mente
entre ellas sin par y sin pan
para ser esencia lo bastante
instantánea todavía.
Cómo estás, entonces, en el espacio
cuando nadie hay vigilándote
lo que hagas todo; cómo, en las farolas
entre situaciones peligrosas haciéndose peores
los humos y te acuerdas lo que tienes
exacto que aplicarles: ni motor hay que ande
entonces si el que explosiona soy
en mi obsesión de poeta loco
y colocado en su casa en la casilla vencedora
en su oasis (será...).
Tras el cristal los sueños: ¿romperlo?
Me daña su voz de metal afilado,
su rastro persigo a altas horas
hasta que sacie algo... Vivo vestido
de camuflaje como un santo tal cual,
no sé esconderlo tras de ningún traje
además el te quiero atascado en el alma
llameante por brotar imantándoos. No más.