Oráculos falsos
no distingáis sol de penumbra
escarcha de consuelo
ya las extensas bahías noroeste
vigilan las cercanas estrellas
desde un porvenir arrasado que
transfunde su localidad devastada.
El tallaje del suelo
omite la súbita anarquía
mirad si no el ámbito, solo
resplandecer: cómo quiebra
los espejos solitarios del hambre.
Oh sucintos labios de esperma constituidos,
cómo lamento la boca que oprime
mis mejillas desgastadas.
Ya miro los ojos la frente el número
sutilmente tatuado en ellas, y sótanos
y cuerpos que emiten destellos de órganos.
Miro el revés de los anversos monetarios
las cúpulas decentes de mi angustia garabateada.
Miro el cuerpo que una vez dejé en los estanques
desvanecidos, y no hallo pregunta alguna
sobre ellos.
Mi cuerpo es una vasija llena de sol enmarañada,
de selva deforestada de cáliz obligatorio por las mañanas.
Yo miro a mis anchos pies desnudos, a la tierra
que gozarán despacio, a los muros encalados
con pintura de alquitrán, y a ese devenir de espacios
con millas por delante-.
Cómo vas a decir tú, el número impagable,
la sobornada cruz que soportas, el ímpetu desvariado,
la localidad sin nombre....debiste apagarte con todo
tu cuerpo enmarañado.
A veces sonoramente el sol se apaga
quedan retales de luz chopos imaginarios
desdenes obligados ese sutil andar de la destrucción.
Eso que inusitadamente cuelga de los restaurantes
desalojados.
Y me pregunto si el sol queda lejos
mientras preparo la reanudación
de un viaje
que no está previsto.
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