El sonido del latoso segundero
me mantiene ausente en vilo
bajo el velo nocturno del cielo
el tiempo vela el insomnio mío.
Mi cuerpo azorado solloza
en un suplicio de sueño tardío,
es sajado en la cama nerviosa
por agujas llenas de rocío.
Fluye mi tiempo cual río
y desborda en tierras lejanas,
do las agujas del reloj mío
en la ribera yacen desveladas.
Cuando irrumpa mi piel el frío
y el silencio eterno sea mi voz
y yazga con mi cuerpo umbrío,
¿quién le dará cuerda al reloj?
Felicio Flores