Porque allí donde esté mi barco estaré yo. Mi atalaya llena de luces y un pirata hecho con viejas maderas que hará las veces de infatigable compañero. Tan solo recuerda unos huesos y una vieja pulsera de plata que cruzó el mundo entero. Soñar, respirar, cantar. La simpleza de una hoja en blanco es igual a la magnitud de nuestro viaje. Podemos parecer uno más pero todo depende de los ojos que lo miran. Me esconderé ante todos los tumultos de gentes pues destacar demasiado no es lo que indican mis cartas náuticas. Encontraremos sin duda el tesoro y nadie se dará cuenta de nada. Llevaré mi barco a aguas tranquilas para volver a limpiarlo, para asegurarles que nada fué en vano, que todo está bien. Esta vez solos el y yo. Porque hallá donde esté mi barco estaré yo.