Tuyos son esos divinos labios llegados del mismo cielo;
venidos de un raro mundo, para que sean mi consuelo.
Es allí, donde estaré para robarte tus besos y cariños,
y yo a ti, te he de arrullar, como se arrullan a los niños.
¡Por esos labios divinos, yo me juego mis destinos!
Mío es tu pecho, y se hace mío, si lo siembro de besos.
Te traigo la miel de mis mimos y de mis labios traviesos.
Cual Princesa, vendré ataviada, con flores de mil colores.
Este es mi prado que, viene a dejarte, sus fragantes olores.
¡En el jardín de tu pecho, no cabe para mí, el despecho!
Tuyo, es ese erguido cuerpo, en el que yo me embeleso.
Has llegado a estos lindos rosales, donde acampa el amor.
Por este sagrado y bendecido amor, todos los días yo rezo.
El tener tu sagrada presencia en mi vida, es un gran honor.
¡Si, la música es celestial, la copa ha de ser de fino cristal!