Miré por la ventanilla del avión
y vi un espectáculo solar,
El sol se estaba levantando.
Con sus manos de oro
la cortina oscura descorría.
Vi una alfombra de nubes
que se extendía hasta llegar al
horizonte. Parecían árboles
grises en la extensión celeste.
Sus copas pintaba lentamente
con el bello nácar amarillo, naranja, rojo.
Las llamas anaranjadas y
encendidas aclaraban la noche.
Al levantar su cabeza, sus ojos
desplegaban la lava blanca
con brillantez cegadora. En su fulgor
dominaba y nos traía un nuevo día.