Hoy, apenas imagino porque aquí la tristeza
cojeando se pasea con tan poco tino.
Porque ya vienes tú...
Y traes completo mi mapa, tu silbo alegre de serpiente,
tu melodía de arpa y todos tus alfileres.
Ya vienes...
Y me traes el calor de tu propio clima
en este hermoso día martes, cuando no venden
mangos en el mercado.
Llegas y te conviertes en la compradora
de las especies, la que enarbola
el fuego urgentemente
sobre la coartada de mi tristeza,
mientras reclamas el maíz más dulce
de los graneros pa nuestra cama
y pa nuestra mesa.
Llegas...
Golpeando fuerte mis murallas de viento
y me entregas al fragor tus caramelos
mientras me hablas como en griego
de cosas... Que nunca entiendo,
de tus horas desheladas y de las portadas
que en tus revistas juegan al juego
de los desvelos de los artistas
con la misma prisa que tu sonrisa
enciende estrellas por todo el cielo...