Triste la cara de la niña más bella,
ya no sonríe como bien sonreía,
presiento que alguien acabó su alegría
y dejó marchitados los ojos de ella.
Tantos astutos han buscado sus brazos
y nadie consigue probar de su miel;
discuten por ella regando al clavel
y con su mirada los hace pedazos.
Cuando sonreían sus labios candentes
se unían palabras, se partían lazos
y quedaba su eco quebrando las mentes.
Triste la cara de la linda mujer,
aquella que siempre me dijo su treta
y con su silencio me llama y me reta,
pues ya no me sonríe así como ayer.
Samuel Dixon [03/05/2022]