En un entorno de encinares, monte y romero,
bajando por el barranco del pueblo hacia la rivera,
de un talud de tierra brotaba el agua
como sangre de la naturaleza.
Fuente que vierte en inmortal
espejo de leyenda,
en ese solitario paraje,
la sonora copla del agua cantora,
agua que llora por viejos amores.
Cuenta la vieja leyenda
“La mocita que beba el agua de este manantial
jamás volverá a padecer sed de amores”.
El alba me sorprendió de rodillas a tus pies
ofreciéndote en mis manos
agua que calmara tu sed.
Bendita agua,
bendita fuente que tu amor me entregó…
Entre las ramas de un zarzal
un ruiseñor cantó,
canto de esperanza,
canto de amor,
canto que nuestras vidas cambió…