Matias 01

ADA LUZ

¡Oh, Ada Luz…luz azul…que se alza…que vuela…en esta noche eterna, con su corazón de pájaro que ha olvidado…!

¡Oh suspiro que se destroza en el aire, con su universo de agua que cae y cae ardiendo, buscando asilo, en unos ojos que se han llenado de negros soles…!

¿Qué haré conmigo…lejos de tus pies que se han perdido?

¿Qué haré lejos de ti…con mis miedos que se han acumulado junto a las flores negras?

¿Qué será de esta lluvia inmensa, inconsolable, ahora que no llueve para ti?

¿Cómo será la vida ahora?

Todo es incertidumbre, menos mi vacío que llega hasta los pies.

Como será mi cansancio que va unido a mi esqueleto, como serán mis intimas maletas, mi lámpara, mi gran peso y los gusanos de mi corazón.

Como será el palo que daba contra mi lomo ahora que ya no me duele tanto.

 

¡Esos aires lilas rompiéndose en la ventana, en el silencio de lo oscuro!

Esas voces desgranándose, perdiéndose en el silencio anclado, de ese cuarto solo, de vieja veracidad, de hombre triste, de añejo nombre que padece;

Esas manos como mendigos dormidos, ardiendo su soledad más allá de sus brazos, como lianas de otoño, que no pueden colgarse de su vida;

Esta noche que se inclina abrazando todo, sumergiéndose sobre las ruinas, como una marea de pájaros desolados y me pregunto:

¿Habrá aire que me arrastre a algún punto de mi ayer?

¿Habrá alguna luz que tropiece con esta piedra en que me siento a recordar la vida que nos han robado?

¡Oh Ada Luz! La noche se desnuda, sueltas tu trenza y vuelves a escalar el viento oscuro y el sueño es la salvación de esta isla que se ha hecho puro hueso, amargo y apacible…castillo de silencio sobre arena blanca, estéril, lleno de cristales rotos.

¡Oh, si pudiera regresar el tiempo…!

 

Esta noche, hay alguien que sonríe con todo su hueso y con toda su boca de negras uvas y largo río, que va detrás del día y arroja las flores que se mueren en sus manos;

Alguien que se alegra cuando asesino a mi corazón en el lento fuego de los sueños rotos;

Hay algo que florece en mi tristeza, que se revuelca en mi barro atroz -como un chacal- que va veloz por mis escombros, en mis sandalias como en un trineo por los vidrios de mis huesos, bordeando los fragmentos donde aún sobrevive algún recuerdo encendido que ayuda a tragar las miserias de la noche.

Hay algo que se precipita -que gotea como cadenas de sangre- con todo el odio del hierro postulando a ser aguja del sufrimiento para la vena donde ha dejado de fluir la vida humeante para siempre.

 

¡Sin piedad retoña el miedo y el dolor…! Como dos cuervos que anidan y se aparean a la altura del hondo pecho, que vaciado en sus quebrantos oculta los rostros de los bichos del olvido.

¡A la medianoche, a la una de la mañana…! A la hora en que todo está vaciado, la calle, el parque, las manos -y es el momento en que nadie sabe su nombre- que no saben dónde estarse.

A las tres de la mañana, en que el cauce del rio va, hacia abajo, como viajero dormido, con su tiempo muerto para no regresar;

Solo el sueño cruza en su intemperie y sube hasta tocar el rostro que ahora es rosa de cielo abierto y tierra húmeda.

La luz de luna es látigo que danza en la desnudez de la hierba…y me hiere.

Y el silencio es espada que corta a la voz desnuda que ha dejado el alma en la memoria y el aire es pájaro que vuela y revolotea como espíritu de algo que se ha perdido…

 

 

¡Ay, la noche! ¡Color de pájaros negros, de mal agüero! ¡Oh, la luna! ¡Pedrada pálida que se oculta en el rincón donde me has mirado!

¡Ay, el alma que se va…y en el silencio vuela! ¡Oh pájaro de la ausencia que haces crujir la tierra bajo mi llanto…!

¡Ah dulce paz que odio con el filo de todo mi recuerdo…! ¡Oh Ada Luz…acuarela de mis ojos, de mis tardes grises, fuera de este mundo!

¡Oh Ada Luz…amapola de mis páramos, pureza de todas mis maldades! ¡Ah soledad que has aplastado mi corazón contra sus venas…!

¡Oh Ada Luz, como te acerqué a mi corazón…!

¡Para siempre! ¡Para siempre…!