Me gusta cuando te miro
y me miras de vuelta
y sabemos, sin hablarnos,
que están nuestros labios
a dos manos de amarse.
Los ojos parecen volarse
como palomas mensajeras
y, en el preciso instante,
se besan antes que nuestras
lenguas puedan sentirlo.
Moriremos lentamente
por la boca, enamorados,
asfixiados por un aire
caliente que va y viene
y se renueva de continuo.
Seremos los amantes,
los que tienen amarrado
al amor en las falanges;
los que besan sin tocarse
con los ojos enardecidos.
—Felicio Flores