La luna se está desnudando,
se quita su vestido blanco,
que se le ha ido menguando,
y elegante, se viste de noche.
Se confunde en el espacio
con las sombras de la noche
luciendo su traje azabache
que viste contenta y despacio.
Sabe quien la está avistando
y le guiña su ojo azulado;
sabe quien la está queriendo.
Su vigía recoge el guiño
y le devuelve una sonrisa
cargada de amor y cariño.
23 diciembre 2008
Pau Fleta