Recuerdo, ¡qué gran recuerdo!
hambriento de mendicidad,
iluminó mi mundano ego
trasmutando su oscuridad.
Recuerdo, ¡qué gran recuerdo!
hambriento de olvido,
me mostró nítidamente
a mi lindo país perdido.
Recuerdo, ¡qué gran recuerdo!
hambriento de espejismos
reseteo mis asombrados ojos
en sagradas aguas de bautismo.
Recuerdo, ¡qué gran recuerdo!
me ha llamado y arropado
ha iluminado mi mente
con mi origen olvidado.
¡Qué gran verdad!
la que el recuerdo me ha contado:
genes divinos me anidan,
que herencia eterna me han dado.