Con el sexo de las letras todo flama,
así como sollozan tensos latidos;
pues los deseos despiertan los tejidos
en los cuales se refleja un crucigrama.
Llega el placer derritiendo toda escama
donde ladran las ideas exitadas;
se da el rumbo donde quedan extasiadas
sin llevarlas por las puertas de la fama.
Cuerpo entre cuerpos se lleva todo drama
aunque lleguen por los poros las pasiones:
tienen choque con sus propias ilusiones
y su semen en los versos se derrama.
Se unen letras para palabras formar
como el dicho de Boccaccio con Petrarca;
como Dante entre las flechas de su barca
o el Tasso comediante, puedo pensar...
Es la Edda la farmacia de mi poniente,
la creación perfecta contra el Abad;
pues el Talmud nos recrea con verdad
como Ovidio con Virgilio, todo al frente.
Se juntan palabras y atraen resinas,
se aspira al cimiento cualquier disimulo:
en poemas de amor; Valero Catulo
y en nóminas reposa Pedro Salinas.
Soy Ángel Gavinet, también Azorín:
dicen los sexistas hablando de rimas;
pero son escritores, confunden cimas,
por eso les recomiendo a Moratín.
Con palabra, idea, frase y oración
se prenden las camas en un estrambote;
me lo afirma la tragedia del Quijote,
San Juan de la Cruz y Juan Ruiz de Alarcón.
Pues del sexo del cual hablo, lo prosigo;
aquí entrego fornicando y necesaria
mi batalla y la cultura literaria
con cual sueldo las palabras que les digo.
Samuel Dixon [07/05/2022]