Extraño ir a comer juntos después de una jornada aprendida, saborear esa comida no en si por ella, si no por tu compañía que la hacia ese día el mejor de los almuerzos.
Como extraño las prisas, sí las prisas esas que te agitaban y marcaban que te debías que marchar, no sin antes dibujar una sonrisa de añoranza, pues tú también me extrañabas.
Extraño las mañanas, su anaranjado amanecer y saber que me llamarías ese día, no contar el tiempo ni la tardanza pues tenía la esperanza que ibas a llamar…..y llamabas.
Extraño que no me extrañes que dejes pasar el tiempo y no llames, que dejes ese hueco en el pecho y lo eches al olvido, extraño lo vivido incluso extraño lo que no pudo ser y ver que hasta eso es extraño.
Siempre dejo caer el pelo en mi cara y extraño tu mano apartándolo de ella, me hacías sentir estrella cuando te acercabas así, extraño tu perfume ese que al bajarte del coche me impregnaste en la piel cierro los ojos y aun huelo a él.
Te extraño, tu lejanía es agonía, tu silencio es vacío en el tiempo y tu indiferencia anula mi existencia pues yo sí que te extraño.
Te extraño desde aquel momento tan confuso y tan incierto cuando me tuve que marchar, te deje en aquel bar en compañía y de allí me tuve que ir estábamos en parís, fue la primera vez que te dije “te extraño”
Aunque ha pasado un año nunca te he dejado de extrañar y mucho me temo que deje de extrañarte.