Raiza N. Jiménez E.

Semblanza de mi Madre.-

Mi madre era tan blanca como nubes de algodón
Así recuerdo a mi madre, caminado entre la arena,
visos de olas blancas transparentaban su fina piel.
Su cabello negro y rizado, rivalizaba al azabache.
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Manos largas y dedos ejecutores que, utilizaba con
gran destreza, para tejer, bordar y coser sin pereza.
Acunada por un radiante sol, no dejaba de cantar,
coplas de ordeño, valses y hermosas llaneras, pero
llegada la tarde, los giros tangueros acariciaban su
esbelto, ágil y grácil cuerpo, que movíase al tono
que: Gardel, Irusta y Charlo conferían a sus voces.
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Cómo no recordarla si en cada tango que escucho,
la veo danzar, con soltura y elegancia, como se ha
de hacer, en un salón cuando suena un bandoneón.
En esos tiempos de antaño la gente vestía elegante.
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No importaba la ocasión, lápiz de labio, bien rojo y,
no faltaba el carmín, la colonia y el buen peinado.
Una cosa que no olvido y, se me quedó grabada,
era el baño mañanero, de obligada observancia.
Recuerdo cuando ella salía, arreglada y olorosa.
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Las perlas eran usuales, las alhajas, como suelen
llamar en mi tierra, nunca le faltaron a mi madre.
Ella se las ingeniaba, para andar muy a la moda.
Era buena comerciante y de la nada hacía capital
Ya hubiera querido yo, poseer esos ojos de águila.
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No tuvo grandes escuelas, la primaria y qué se yo.
Era un lince con las sumas y no se dejaba estafar.
Muchos son los cuentos de mi mamá y sus cuentas.
Vencer a un turco era bravo y ella, siempre lo hacía.
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¡Hoy nos hace mucha gracia, contar cómo aprendimos
a salir lisos de timos y las mentiras divisar!
 
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Nota: Hace años de tu partida y hoy me visitaste para pedirme un tango, te recordé madre y, puse mis rúbricas para ti, en tu honor.
Gracias por inculcarme ese sentimiento tan hermoso por la música y por la lectura. Que sigas descansando en paz y será hasta que nos volvamos a encontrar. DEP.