Alberto Aguayo
Año de mil ochocientos
Señores tengan presente,
El cura Hidalgo en Guanajuato
Junto a muchísima gente.
Era de madrugada
La luna estaba en su poniente;
Con valor y con brabura
Amanecía el diez y seis de septiembre.
Al pie de la iglesia gritaba el cura,
¡La victoria esta segura!
Con el cura Hidalgo estaba
Un capitán de dragones.
Ignacio María Allende
Un militar muy valiente
Que su sangre entregaba
A esta patria naciente.
Se dirigieron a San Miguel.
Y en Atotonilco el cura Hidalgo...
Tomo como estandarte
A la virgen de Guadalupe.
En Guanajuato aguardaba
El súper intendente Riaño
Con muchos pertrechos
Con soldados bien armados.
La alhóndiga de granaditas
Fue testigo de una masacre.
Ahí supieron los españoles
Que las armas, no son lo más importante.
Juan José de los Reyes Martínez Amaro
¨El Pípila¨ primer héroe consagrado;
Cargo en su espalda una gran loza
Para prender fuego a una puerta.
Y asi poder entrar a la alhóndiga
De camino a la ciudad e México
Marcha con todo su ejército,
Se detiene en el cerro de las cruces
Hidalgo no quiere que se apaguen sus luces.
Las tropas insurgentes
A Querétaro marcharon en batallón
Pero los derroto Calleja
En el puente de Calderón
Después de la derrota
Hidalgo pasa el mando,
A Ignacio López Rayón
Toma Guadalajara el ilustre señor.
Hidalgo y Allende se dirigen a Chihuahua
En las Norias de Baján,
Son aprendidos por Elizondo
La historia lo narra con dolor profundo
Son fusilados con Allende
Ignacio Aldama y Jiménez Mariano
A don Miguel Hidalgo lo trasladan
Al tribunal eclesiástico de Chihuahua.
Después del fusilamiento
Con saña los decapitaron,
En la alhóndiga de granaditas
Las cuatro cabezas colgaron.
Aquí termino los versos
De los guerreros más afamados,
Iniciaron la guerra de independencia
Y por eso son los más vitoreados.