PALABRAS QUE CALLÉ
Mi boca no encuentra las palabras,
aquellas que llegaron a arder
sobre mi piel como una herida,
esas mismas que callé y nunca te dije,
y que en mis labios
llegaron a pudrirse de maduras.
Palabras que para siempre se perdieron
en el abismo del silencio
empujadas por el miedo,
y sobre las que ahora arroja tierra la vergüenza.
Palabras envueltas en nubes de pesar,
que hacen que nada tenga nombre,
que nada pueda llamarse,
que nada pueda recordarse
en su yerma vida inanimada.
Palabras que, como un nombre,
te harían más cercana,
palabras que callé
y me maldije por hacerlo,
engañándome al tomar al silencio por un aliado.
Un silencio que se oculta tras el tiempo,
un tiempo que me acusa de cobarde
y se niega a lamerme las heridas.
ÁRBOL
¡Te siento tan vulnerable en toda tu grandeza
de ancestral madera, en tu serena gravedad
de tronco yerto, baluarte fiel del tiempo y las edades!
Por ti pasa la vieja memoria del cielo y la tierra
como una luz que sesgara el coágulo de oscuridad
que, tras de sí, la vasta noche arrastra.
Entre tus ramas, el desnudo fervor de fronda
saciándose de lluvia, en su monólogo de llanto
que, como hídrico rumor, en un vano suspiro
a mi memoria acude con su pesar intacto.
Entretejiendo sombras, tus años contados en lunas,
otra noche avanza, aquella que del hierro
te hiciera inmortal cuando la vida te arranca.
\"Arena en los bolsillos\" (2014)