Doce años…una vida
Era un tren cansado y viejo
de una bonita estación,
partiendo con ilusión
para llevarme muy lejos.
Era un día de diciembre
antes que saliera el sol,
me despidió con amor
para decirme hasta siempre.
Con lágrimas encendidas
se rompió su corazón,
dando yo buena razón
de tan triste despedida.
Con un pañuelo de seda
se despidió en el andén,
viendo salir ese tren
penando porque ella queda.
Avanzando lentamente
hacia mi nuevo destino,
recorriendo va el camino
los vagones de mi suerte.
Entre vías oxidadas
avanzaba el viejo tren,
que paraba en cada andén
buscando la madrugada.
Con mi alma desesperada
tarde llegué a mi destino,
tras un inmenso camino
saliendo desde la nada.
En la noche solitaria
de una ciudad y su abrigo,
yo parecía un mendigo
debajo de luminaria.
Amaneció la mañana
cubierta de nubes grises,
envolviendo mi alma triste
cual redoble de campana.
Un imponente edificio
ante mí se presentaba,
mi destino me esperaba
para empezar con mi oficio.
Y llegó la primavera
luciendo en abril y mayo,
con las flores en sus tallos
…mi cuerpo junto a su vera.
Pusimos fecha de boda
como yo le prometí,
haciéndolas bien cumplir
cuando por fin llegó la hora.
Con ansias por ese día
para cubrirla de amor,
llegaba con su primor
con luces de amanecía.
Con la bendición de Dios
eres ya la esposa mía,
un manantial de alegría,
a los dos nos coronó.
Y llegó la flor de mayo
siendo la rosa más bella,
alumbrando como estrella
cual flor que sale del tallo.
Nos llegó una hermosa niña
en tierra de los abuelos,
dulce como caramelos
que a todos nos encariña.
Y a la vuelta del estío
mi niña envuelta en mantilla,
metida en su canastilla
hacia Asturias ya partimos.
Asturias patria querida,
tierra de mi devoción,
nos diste una nueva vida
llenándonos de ilusión.
Un amor lleno de calma
es sangre sobre las venas,
amor que quita las penas
y las nostalgias del alma.
Eso eres tú, Asturias mía,
sangre que lleva mis venas,
que en noche de reyes dieras
las mejores alegrías.
Un varón con gran desvelo
vino a tu vetusto suelo,
cual niño Jesús del cielo,
envuelto en un blanco velo.
Jugando por las plazuelas
se iban haciendo mayores,
entre risas y primores
y estudios en las escuelas.
Con la familia esperando
un traslado que no llega,
haciendo larga la espera
que estábamos deseando.
Nos llegó el segundo niño
una mañana de estío,
llorando con grandes bríos
con un montón de cariño.
Para su hermana, un juguete
en unos pequeños brazos,
colocado en su regazo
donde el niño se divierte.
Bonita como una rosa
de pasión inmaculada,
a su comunión llegaba
nuestra flor más primorosa.
Ermita de gran tronío,
San Julián de los prados
acogió con gran agrado,
ese día, gran gentío.
Sus hermanos de la mano
en el día más feliz,
que en su corta vida vi
momento más soberano.
El viejo tren ya no estaba
esperando en la estación,
para tan magna ocasión
del retorno que llegaba.
Recuerdos y sensaciones
se vinieron con nosotros
y cierto que no son pocos
los momentos de emociones.
Adiós, Asturias querida,
entre el llanto de una flor,
nuestras almas van heridas
y cubiertas con tu amor.
José Ares Mateos