DIPLOMACIA INMOVIL
A los pies de los volcanes
las gaviotas viajeras interpretan sabiamente
las notas de los excitados mares
y el murmullo pudoroso de los extendidos valles
Sobre la piel de los mares
los vientos mendigan un refugio en cada puerto,
en las altas montañas -cianóticas por el frío-
corre un glacial silencio
donde las espigas tiemblan
y la escarcha encala el pastizal sombrío
Los siglos transcurren lentos
como días comprimidos que nunca abandonan septiembre
como instantes simultáneos
en que el tiempo se congela en la hora meridiana
solamente las palabras rompen la memoria ausente
con el furor de los deseos
que escupen la realidad sobre las utopías perpetuas
En las ciudades distantes
los faroles ciegos
-abandonados por las sombras
y huérfanos de la noche-
titilan nerviosos
mientras la luz de la alborada
agita las calles con su salvaje demencia
en el ático de un olmo
un búho azabache saluda la madrugada
y una garza roja estrangula la noche
en las sombras cóncavas de los rincones pétreos
las arañas tejen galaxias
y los gatos insomnes se elevan con sus pasos elásticos
emulando el vuelo de las mariposas
Las manos sudorosas se resbalan
por la tibia espalda de los amantes
la sideral fragancia de la flor canela
y el sabor violeta de los tulipanes
copulan silenciosos en los manantiales
desafiando el regocijo de los amantes
el dolor de la ausencia -tan nítido como el agua-
palpita detrás de la mirada de los colibríes
que baten sus alas con vehemencia loca
Los orantes en la Iglesia imploran a los dioses,
ha llegado la hora de pagar las deudas para morir en paz
-nadie soporta demasiados pecados a la vez-
las verdades ocultas
claman en voz alta el alivio y la absolución
antes de arribar a su destino
al final
la muerte es la única deuda que tiene una respuesta verdadera
-la única respuesta que nunca podremos escuchar-
así
la mayor tragedia de la vida es la muerte
no porque sea inexorable
sino porque es una ausencia sin retorno
entonces
admiro la inmóvil diplomacia de los muertos
como un signo de sosiego y no de lamento
en medio de la oscuridad sagrada y el venerable silencio
el momento más idóneo
para proyectar las otras dimensiones de la vida
y de la naturaleza misma