Me rindo ante mi destino final,
no puedo escapar más del ayer:
de tu fuego, hoguera de amor;
de tus besos, manantial del querer.
Tantas veces intenté alejarme de ti,
para regresar a tu mundo después:
adicta a tu intensa forma de amar,
cautiva de tu prisión del placer.
Me rindo frente a mi destino final,
no puedo huir del calor de tu piel:
de tus labios, elixir de pasión;
de tus brazos, refugio de mi ser.
Tantas veces escapé de este amor,
para sucumbir a tu fuego después:
adicta al placer que me haces sentir,
esclava de tu seducción y poder.
Ríndete ante tu destino final,
no puedes escapar más del ayer:
de mis labios, peligrosa tentación;
de mi juego, seductor anochecer.
Tantas veces intentaste alejarte de mi,
para regresar a mi universo después:
adicto a mi desbocada forma de amar,
prisionero de mi alma y mi miel.
Ríndete frente a tu destino final,
no puedes huir del ardor de mi piel:
de mi cuerpo, entregado a tu pasión;
de mis labios rojos, recorriendo tu ser.
Tantas veces escapaste de mi,
para arder en mi hoguera después:
adicto a mi volcán en erupción,
naúfrago de mi mar del placer.
Rindámonos a nuestro destino final,
que el universo nos arrastra otra vez:
no importa cuántas veces terminó,
nuestro karma es buscarnos después.
Es inútil escapar de nuestro destino final,
pues regresaremos una y otra vez;
atrapados en un bucle sin final,
hasta que aprendamos a amar sin temer.
Ado Medina
9-5-22