Bendito tus ojos, y bendito sea el día
el lugar, el momento y la hora,
la ilusión, en el cual su encantadora
sonrisa conquistó al alma mía.
Bendita la dulcísima mañana mía
en alegrar el amor que en mi alma mora,
y la pluma y la poesía, de que ahora
siguen teniendo su encanto todavía.
Benditas las palabras del pensamiento
que se expresan de amor y halago,
en mis ansias, suspiro y sentimiento.
Y bendito todo lo que por ella hago
más amarla bendito sea el tormento,
por ser esa llama que aún no apagó.