Ahí, en la ávida arena,
dormirá mi sueño,
susurrando el amor, bajo el sol alado
como un viejo oculto, bajo la sombra de sus labios
sin pronunciar palabras, sin seducir los verbos
Con mis huesos empapados de mar,
gesticulando caricias dedicadas por el viento
habitando el sexo de la libertad
del silencio de las olas que gimen
como una mujer con sus párpados cerrados
plena en la entrega,
cual espuma que se abandona en la arena
Al fondo, las atalayas del océano,
como espejismo, de mujer desnuda en mis brazos
húmeda, bajo el sol dubitativo
que acaricia su pecho
evaporando sus ansias,
con el calor de su entrega
Sobre la arena blanca,
nuestros cuerpos que se funden en deseo
consumiendo las carnes, con la seducción de gaviotas
que contemplan desde los aires
nuestros sexos unidos
sin distracción y sin ropas
Vi tus brazos, abrazando la marea
dibujando en el cielo de la tarde
nuestras figuras brillantes y estremecidas
Vi tu sombra acostada junto a la mía
sin labios, sin miradas
un pecho dormido sobre el otro
disipando los sueños
fecundando la arena.