ENRIQUE HORNA

“DOCE DE MAYO”

Infinitud del tiempo

Magnitud de la mudanza

Su letanía, su pausa

Su ritmo, su paso

Su huella, su sombra.

 

Talle del pasado

Clavada en la cruz

De su propia melancolía

Se camufla en la memoria

Trajinando el presente.

 

Es lo inmaterial del afecto

Sembrando su grano

Irrigando la bondad del espíritu

Profundidad erguida del ser

Lumbre del pensamiento y el alma.

 

Sigue peregrinando su semilla

Concibiendo la partida

Como espacio extendido

De la inmensidad del amor

Indisoluble estela de la existencia.

 

Su entraña hecha vida

Amamantando el principio

Pariendo la dulzura

Misterio de lo creado

Paz de lo respirado.

 

Torna el hombre a su inocencia

Escucha una indescriptible melodía

Es el niño de aquellos ratos

Murmura humildemente ¡Madre!

Por la eternidad de los tiempos.

EH