El tipo va saliendo lleva afán, en el vaso medio Bourbon reposa abandonado, la Gata le sigue el paso mientras sopla a su café que entre otras cosas apesta a recalentado, se detiene al lado, lo encara, se da cuenta de que no la está mirando.
Tras la puerta entra ella y sacude la melena, destila el agua y maquillaje, imposible saber si entró llorando, la Gata está en medio y ellos ardiendo.
Volviste!
Vas a algún lado?
El café ahora tibio y la Gata disimulando
Me pediste q volviera
Si pero no creí que lo hicieras y me voy que me esperan
Ella enloquece, tira todo y el whisky huele mejor desparramado, grita que está loco y ahora si se ve que está llorando, sale maldiciendo y haciendo más drama del que estaba calculado.
Él resopla y voltea hacia la Gata, ella hunde la cabeza en el café, que de toda la historia era lo más amargo.
Se sienta en su mesa y se queja de la mujer que le ha gritado, reta a la Gata a que le explique porque las mujeres no se controlan y montan espectáculos, la Gata desliza la tasa de café despacio hasta el otro lado, antes de irse le contesta lo que le ha preguntado: no sé, es un gasto de energía innecesario, yo te hubiese matado.
Se ríe y asume que estaba bromeando, aunque todos sabemos que sería mejor que siga con el mismo afán y desaparezca rápido, si hay algo que detesta la Gata… más que el café recalentado, es que la interrumpan cuando se lo está tomando.