El lazo azul
que ataba tus cabellos
fue mi regalo.
En realidad
no ataba, recogía,
tu cabellera.
Tú la querías,
así me lo dijiste,
de ese color.
Cinta azulada
que ahora yo me encuentro,
entre recuerdos.
En un arcón
con trastos olvidados
de mi memoria.
Allí se oculta,
se esconde y nada dice,
en el silencio.
Pequeño lazo,
ya un tanto deslucido,
sal a la luz.
Ven a mi lado,
que quiero acariciarte
con mis pupilas.
Así mis ojos
verán esos cabellos
tan adorables.
Rafael Sánchez Ortega ©
12/05/22