Cubro las llagas con pétalos de alquimia
y cierro los ojos cargados de sueño.
Elevo dudas en el campo porteño
diciendo alterado mi fatal vendimia.
Veo una muchacha cruzando las calles,
a los pájaros que bajan a la fuente
y, me detengo al ver la cosa caliente
que todos mis sesos no dicen detalles.
Escucho protestas que pasan los campos
también mercaderes gritando sin calma:
y llega a mi pecho consignas del alma
pintando al silencio con versos y llampos.
Al tenso despertar se eleva mi día,
así como cualquier extiendo los planes;
esos que murmuran cosas de volcanes
y quedo dormido en copas de sangría.
Samuel Dixon [13/05/2022]