Las calles están de gentes vacías,
solo latas, bolsas y botellas tiradas,
una chaqueta sin dueño sobre el asfalto,
y la tarde que ya canta su loca bohemia.
Más allá miles de jóvenes ebrios,
asilados en un parque con sol de abril,
devuelven alcohol que sus estómagos no toleran,
sobre los pétalos de la estación de flores.
Son jóvenes rubios y cabezas negras,
como llama el racismo a los hijos de latinos,
un exaltado culpa a OTAN por la guerra en Ucrania,
agregando que EE. UU. llevó allí la guerra.
Hay una chica quinceañera cerca de la laguna,
llamando a los patos vengan a beber cerveza,
otra jóven se toma selfies con las pechugas desnudas,
mientras otros adolecentes varones se besan.
Un chico repara en mi presencia,
se quita la polera que cubre su dorso,
enseñando sus tatuajes me pregunta,
qué miras viejo..?
Veo fijos sus claros ojos de quince años,
le contesto con paz y muy seguro:
\'\'no sé si miro lo que me perdí, o de lo que salvé\'\',
borracho busca asirse de algo, y al no hallarlo cae.
Sus compañeros de juergas lo levantan,
invitan a beber todos de la misma botella,
el joven tatuado llora, nadie sabe de su llanto,
pero llora y quiere quitarse los tatuajes.
Más allá el exaltado discursa por la paz del mundo,
y que Rusia intervendrá su isla por interés oceánico,
que tiene ahí su madre y sus mascotas
y un amor de niño que inspira sus sueños.
Poeta al atardecer.
Mayo de 2022.