Con tu silueta ya agobiada,
Nosotros los occidentales
tan solo sentimos tu dolor
como algo trivial
y vemos una burka sobre tu cara,
sin imaginar que tras ella
metáfora del abismo cultural,
sufres aun mucho más
huyendo del actuar procaz
del vil hombre en su potestad,
salvaje que te ha relegado
a la categoría de animal.
Sin poder progresar
en futuro incierto,
perdiendo todo
en un constante soñar,
la tristeza te agobia.
Escasea el agua,
sufres de hambre
Junto a tus hijos
y sin médicos
que los pueda curar,
junto con ellos
mueres de enfermedad.
Los hombres de tu desangrada tierra,
antes fértil y llena de prosperidad,
de la que hoy, solo droga
brota de su profundidad,
como moscas mueren
en esta inexplicable guerra.
Tu incapacidad de ir más allá,
es la suerte corrida
por ese espantoso atavío
de género tosco y opresor,
que te asfixia y te limita
en tu mundo soñador.
Con orgullo llevarías la burka,
si pudieras dar respuesta
al hambre de tus hijos,
iluminar el analfabetismo
en el que crecen
o arrasar las infecciones
que se los lleva.
sobre tu desarmada existencia
y siempre atemorizada
en el fondo de tu calabozo
móvil y fantasmal,
resistes bajo el mismo
en soledad sombría,
Tras la rejilla de tela
tu frágil voz rebelde sin hablar.
Te sometes a leyes implacables,
leyes que arrecian prohibición
y anegando tu mirada perdida,
continuas prisionera
en tu dura cárcel de algodón,
¡donde tu rostro bañado de lágrimas,
Nunca nadie verá;
Y tu risa legendaria, por siempre…
se extinguirá!