Este último dos de mayo
me acordaba de la suerte
que tuve de conocerte
hace ahora ya siete años.
Me habría hecho ilusión
celebrarlo como siempre,
pero no pude ni verte
por la mala situación
en que estaba, por la fiebre
causada por la infección
del virus y otra afección,
la lumbalgia, sin poderme
siquiera tenerme en pie
y lo sentí enormemente,
pero te tuve presente
todo el día y te añoré.
También me felicité
por tener la inmensa suerte
de encontrarte y conocerte,
casi un milagro, así fue.
Pendiente del calendario
y de mejor situación,
quedó la celebración
de este último aniversario.
© Xabier Abando, 04/05/2022