¡Qué hermosa suena la brisa
cuando menciono tu nombre!
Es tierno ángel que me avisa
las alegrías del hombre
en medio de las zozobras.
Y no es para que te asombre
la existencia que en mí cobras
al nombrarte mi princesa...
Te envidian las bellas obras
y hasta el sol que nunca cesa
de alumbrarnos las mañanas.
Mi imaginación te besa
y sueña con fuertes ganas,
y al despertar de ese sueño
tañen en mí las campanas
anunciando que soy dueño
de tu mirada brillante
y de tu encanto halagueño.
Resulta preocupante
este amor que va naciendo
de un corazón inconstante
con nostalgias de remiendo.
Mas, vislumbro la alegría
y una pasión recorriendo
cada bosque y serranía
por tu brisa provocada...
¡Jamás una poesía
se mostró tan adornada!
W.M®