jorge enrique mantilla

Tumba olvidada

Tumba olvidada

 

Tumba vacía, sin doliente, triste y olvidada

Por nadie visitada y sin eco de la montaña, sus quejidos escuchada

Tumba vacía, lóbrega, llena de maleza, de hierbas y matorrales rodeada

Desconocida y sin nombre, del silencio lúgubre callada

Tumba vacía de espiritualidad, de aquel cuerpo afanoso deseada

Relegada al olvido, sin lápida y del sepulcro arrinconada

Tumba vacía de soledad y tristeza, sin lágrimas, ni llantos, llorada

Lugar silencioso donde descansa el difunto, que la vida lo llenó de recuerdos, soñada

Tumba vacía, cámara de tierra suelta y de sangre manchada

Donde yace de la catacumba, su galería triste y abandonada

Tumba vacía, llena de incertidumbre, de fosa y sarcófago inclinada

 

Tumba sagrada de las sepulturas escalofriantes, en noches de espantos y oscuridades

Causa miedo y pánico ver una tumba vacía, relegada y abandonada en sus soledades

Ser que no le dieron importancia, sin mausoleo, el ego maldito de las sociedades

Tumba vacía y tristemente olvidada, sin credos, sin rezos, sin letreros, ni identidades

En un cementerio relegado y abandonado, lejos de sus bondades

Tumba olvidada, del pobre miserable, sin arreglos, ni vanidades

Sin mausoleo, sin jardines, sin flores y vacía en sus solemnidades

Tumba olvidada, que no mereció que su inquilino fuera en ataúd, ni cajón mortuorio, para que alojara sus calamidades

Panteón sin nombre, bóveda solitaria y vacía, llena de espantos y frialdades

Tumba olvidada, donde el alma voló rauda hacia el infinito de las eternidades

Donde anida el cuerpo hecho polvo, sin pobreza, ni riqueza, ni alarde de sus mezquindades

 

Tumba olvidada y vacía, sin lápida, sin sepultura, sin nombre, ni reflexiones

Sin cripta, ni mausoleo suntuoso, sin guardar cupo para otras generaciones

Sin cruces, ni agua bendita, solo una tumba hueca y vacía, sin riquezas, ni posesiones

Desmantelada, fría y raída, llena de roedores, pecados y maldiciones

Tumba olvidada, sin parientes, sin coros de oraciones

Descuidada y desprotegida, sin barrotes, ni gritos, ni llantos, ni explicaciones

Abandonada, solitaria y triste, sin orgullos, sin devociones, ni humillaciones

El cuerpo hecho polvo, lo arrastró el viento, dispersándolo por doquier en las vegetaciones

Solo quedó allí la tumba fría, lóbrega y vacía, sin dolor, sin miedos, ni desolaciones

El tiempo pasa y la historia olvida, hasta la tumba olvidada, llena de espantos y supersticiones

En las noches oscuras y tempestuosas, se escuchan voces de ultratumba, que salen de la tumba hueca, olvidada y vacía, llena de pavores, terrores y alucinaciones

 

“Joreman” Jorge Enrique Mantilla – Bucaramanga mayo 17-2022